Artículo para el Boletín No. 2 de la Red de Constelaciones Familiares.
“Caronte, Barquero del Hades, encargado de guiar a las sombras errantes de los difuntos
El presento texto es producto de varias conversaciones sostenidas con mi esposa, la psicóloga Ana
Lilia Álvarez Constantino, en donde comentamos los aspectos que aquí les voy a presentar; la idea
original es cien por ciento de ella.
En la mitología griega Caronte es reconocido como el encargado de trasladar a las almas de los
difuntos de un lado a otro de la orilla del río Aqueronte (otras versiones dicen que los ayudaba a
cruzar la laguna Estigia) con la finalidad de que pudieran llegar al Hades, al reino de los muertos,
morada del dios también llamado Hades en la tradición griega y Plutón en la mitología romana.
Los pasajeros debían hacer un pago al barquero llamado óbolo, mismo que consistía en entregar
de una a tres monedas al barquero, por este motivo en la antigua Grecia los cuerpos eran
enterrados con una moneda en la boca (otras tradiciones dicen que se colocaba una moneda
sobre cada uno de los ojos del difunto) para poder realizar el pago correspondiente al encargado
de esta navegación.
Caronte conduce la barca fúnebre pero no la rema, ya que son las propias almas quienes deben
realizar esta fatigosa labor para llegar a su morada final.
Resulta fácil imaginar que para las almas realizar esta última travesía resultaba difícil ya que
sentían miedo a lo desconocido y a lo que podrían enfrentarse.
Hasta aquí el relato mitológico.
En el proceso de Psicoterapia, los que desempeñamos el rol de Terapeutas, Psicólogos,
Consteladores, Facilitadores, y en general el rol de Ayudadores, bien podríamos definirnos e
identificarnos cada uno de nosotros como un moderno Caronte que ayuda a las almas
atormentadas a cruzar las aguas del inframundo.
Trataré de explicarme, una persona se acerca a nuestra consulta para solicitar ayuda con sus
problemas, estos problemas pueden ser muy variados y sobre distintas temáticas, lo cierto es que
nuestro consultante lo vive como un infierno, con dolor, con pesar, con incertidumbre, con miedo,
con angustia, sentimientos y emociones que están basados en hechos reales que tienen que ver
con su historia personal con sucesos y eventos trascendentales tales como: muertes prematuras o
trágicas, accidentes graves o reincidentes, divorcios o separaciones, infidelidades, abortos y
perdidas, suicidios, asesinatos, despojos, estafas, enfermedades graves, depresiones, adicciones y
una larga lista de etcéteras, que hacen mella en el consultante, en su vida diaria y en la de su familia.
Estos eventos vividos por el consultante, de manera análoga bien podrían representar ese río de
difícil cruce, obstáculo para el consultante.
Por lo tanto, nuestro consultante entonces, también de manera análoga, bien podría ser esa alma
que llega a la orilla del río solicitando ayuda para cruzar ese infierno que representa su
problemática, sea cual sea.
Y nuestra labor como Caronte inicia cuando lo recibimos dispuestos a proporcionarle los medios
para cruzar dicho infierno como lo puede ser nuestra barca y nuestra propia compañía ya que al
igual que Caronte tenemos el conocimiento y la experiencia de saber dónde están las aguas más
turbulentas de nuestro río, es decir, al igual que Caronte conducimos la barca con habilidad y
pericia por esas aguas difíciles y llenas de obstáculos, esa es la parte de nuestro acompañamiento.
Sin embargo, al igual que en el mito, nosotros no remamos, debe ser el consultante quien con su
esfuerzo, su valor y sus recursos debe adentrarse en estas aguas que le producen temor y que
representan ese obstáculo que debe superar en su vida.
También como en el mito, el navegante debe pagar un precio para llegar a la otra orilla, en primer
lugar este precio será el de su propio esfuerzo y vencer el temor de enfrentar sus demonios
Y están también los honorarios para el barquero, cuando se hace el pago justo por el servicio, esto
evita que cualquiera de las dos partes estén en desigualdad, si el barquero no cobra la cuota
adecuada, entonces está dando de más, tal vez desde un lugar como padre o madre. Y si el
pasajero no paga la cuota, entonces está tomando de más, seguramente desde una posición
infantil, desde donde muchas veces se espera una solución mágica que le permita no asumir su
compromiso y su responsabilidad. El pago de la cuota adecuada corresponde al compromiso de
dos adultos que se encuentran en una relación de igualdad y de equilibrio entre el dar y el tomar.
Gracias a esta combinación del esfuerzo del consultante que consiste en remar con sus propias
fuerzas y descubrir sus recursos, y gracias a la guía y el acompañamiento del terapeuta, la travesía
llega a buen puerto.
Durante el recorrido se han acompañado y se han conocido uno al otro, ambos han aprendido con
la experiencia del otro.
El consultante cruza el río de sus temores y llega a la otra orilla donde le espera una nueva
estancia en un lugar nuevo y diferente de la orilla que había dejado.
Lo anteriormente dicho, pretende ser una analogía entre la figura mitológica y el terapeuta, por
supuesto existen muchos otros elementos involucrados en el proceso terapéutico que siempre
debemos tomar en cuenta, como lo son los órdenes del amor y los órdenes de la ayuda, mismos
que serán nuestro timón en este viaje.
Al llamar infierno a la problemática del consultante, no pretendo con esto que se entienda desde
un punto de vista negativo, despectivo o peyorativo, solamente es una palabra que cabe dentro de
la analogía que se está planteando.
De igual manera no pretendo con esto ocasionar el disgusto o la incomodidad de mis colegas
terapeutas al compararlos con una figura que podría parecer oscura, sombría, negativa, tal vez
incluso hasta con una labor ingrata.
Nada más alejado de la realidad, al contrario, pensemos por un momento como nos hemos
convertido en expertos en acompañar a nuestros consultantes a explorar su inconsciente, sus
miedos, sus historias y secretos familiares y en suma sus temores más grandes.
Al igual que Caronte cumplimos la misión de adentrarnos en el Hades y volver para repetir la hazaña.
¿Cuántas veces hemos ido y vuelto del infierno? Volviendo cada vez más fortalecidos y satisfechos
por la misión cumplida…
Ahora el barquero ésta listo para volver a la orilla opuesta y realizar otro viaje con una nueva alma
que acompañar.
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